Desfile 2009  

NO ES UNA PENITENCIA, ES UN PRIVILEGIO


Un niño que se queda embelesado al paso de la Virgen, una chica que intenta enjugar sus lágrimas incontroladas con un pañuelo, una mujer que se queda prendada del manto de la Señora del Viernes Santo… esos son los detalles que confirman que los horquilleros de Nuestra Señora de las Angustias no cumplen con una penitencia, sino con un privilegio: llevar sobre sus hombros a una madre que va arrancando la devoción de los veleños a cada paso.

Crónicas de este Viernes Santo ya hemos leído varias gracias a la prensa local y provincial, y por eso, éste no pretende ser un relato de lo que se vio desde fuera, sino más bien, de lo que se sintió desde dentro.

Entre la horquillería había los nervios de siempre por la incertidumbre de la meteorología, una intranquilidad que fue apaciguada por los que veían en el viento un aliado que movería las nubes durante toda la noche y no las dejaría descargar sobre Vélez-Málaga.

Superado el trámite de la espera en la Casa Cervantes y en la plaza José Barroso, llegaba uno de los momentos más ansiados: el encuentro de los horquilleros con su Virgen. Ahí se pasa de los nervios a la responsabilidad, porque uno se encuentra con algo tan bello que teme no estar a la altura.

Nuestra Señora de las Angustias siempre va guapa, pero este año iba divina. La Virgen lució un tocado de tul de hojilla que cautivaba la mirada y la relanzaba una y otra vez a su cara, esa cara que uno no puede dejar de observar por la dulzura y el amor que transmite y porque sólo con contemplarla nos sentimos protegidos.

Presentado el horquillero ante su Virgen, su único deseo es sacarla a la calle, mostrarla a su pueblo y mecerla para acompañarla en su dolor. Pronto ocurriría eso, y con los toques de campana del autor del cartel oficial de la Semana Santa, José Carlos Chica, se iniciaba una procesión que quedará en la memoria colectiva de la cofradía. La preciosa saeta que María Jiménez regaló a Nuestra Señora de las Angustias fue el último acontecimiento en la iglesia de San Juan antes de la salida.

Con el trono ya fuera del pórtico del templo, el que muchos habían señalado como aliado de la noche quiso tomar protagonismo. El viento levantó y desplazó el manto de la Virgen, y el murmullo de preocupación entre el público inspiró en muchos el sentimiento de que aquello no podía estar pasando, que había que dar marcha atrás y empezar de nuevo. Pero si hay gente seria bajo un trono, esos son los horquilleros de las Angustias, que se sobreponen siempre a cualquier adversidad y saben cuándo hay que tirar hacia delante.

Solventado el problema y advertido el viento de que los únicos que pueden intentar secar las lágrimas de la Virgen son sus hermanos, la plaza de la Constitución asistió al encuentro con la Legión, que interpretó "El novio de la muerte" y el "Toque de oración".


Los sones legionarios fueron sustituidos por las marchas de la agrupación musical Nuestro Padre Jesús Despojado, que fueron el acicate perfecto para una noche que nada parecía poder empañar.

Fue bajo esta música y apoyados en el equilibrio del sexto varal cuando los horquilleros se gustaron, disfrutaron y mecieron a su Virgen como sólo ellos saben hacerlo. Si hay una mecida lenta y un paso corto típicos de Vélez-Málaga esos son los de la Señora del Viernes Santo, y de nuevo, veleños y visitantes quedaron prendados ante la estampa de la madre cuyo dolor por la muerte del hijo intentan mitigar unos hombres orgullosos de acompañarla en su llanto.

El paso por el Camarín fue sublime y en la plaza San Juan de Dios aún se recuerda el estreno de la marcha "Angustias en tu regazo", maravillosamente interpretada por la agrupación musical.

Ya en recorrido oficial, Nuestra Señora de las Angustias parecía no avanzar por la calle Félix Lomas, mientras iba arrancando aplausos, gracias a su paso lento, majestuoso y elegante. Desde dentro de la cofradía se sabía que se estaba haciendo algo grande y prueba de ello fue la decisión del Hermano Mayor, Manuel Gutiérrez, de no alterar la comunión que habían alcanzado horquilleros y agrupación musical en la plaza Reyes Católicos con la colocación de la Legión tras el trono. El anunciado cambio no se llevo a efecto y eso pareció inspirar aún más a una banda que venía ‘picada’ y con muchas ganas de hacerlo bien.

Hay un comentario que resume el paso por la tribuna oficial: "Qué dulzura, mira cómo mecen a la Virgen", se escuchó desde el público. Por cosas así se sabe que uno no es horquillero hasta que porta sobre su hombro a Nuestra Señora de las Angustias.

Quedaba poner el broche de oro con un encierro elegante, sin tirones y con la misma mecida de toda la noche. De nuevo, la interpretación de "Salud de San Jerónimo" por parte de la agrupación jienense llevaba el silencio a los aledaños de la iglesia de San Juan. La atmósfera era la adecuada para que sonaran "El novio de la muerte" y el "Toque de oración", y por supuesto, "La saeta", en un ritual que nunca deja indiferente a nadie. Con un prolongado pulso quisieron despedir los horquilleros a su Virgen, en un esfuerzo que ocupó buena parte de la última marcha y durante el que no dejaron de mecer a la que en esos momentos había trascendido al Viernes Santo para convertirse, una vez más, en la Señora de Vélez.

Tu pueblo soñará un año más contigo, con la dulzura infinita que emana de tu rostro, para que lo guíes con tu luz y lo ampares bajo tu divino manto.

¡Viva la Virgen de las Angustias!


Enrique Hidalgo Martín



        
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