Desfile 2007
Llegó el agua Salimos La esperaron Mi Virgen
LLEGÓ EL AGUA:
6 de Abril, el día esperado después de un año entero de trabajo, y de una primavera sin disfrutar contigo Madre de las Angustias en las calles de nuestra ciudad. Nuestra más significante estrella, se situaba en lo más alto del celeste cielo de la Axarquía, y el calor hasta podríamos decir que se dejaba notar en demasía para las fechas en las que nos encontrábamos. A las seis de la tarde, y como cada año en la Plaza de las Carmelitas, los veleños nos congregábamos para comenzar las procesiones del Viernes Santo recibiendo a los caballeros y damas legionarias que acompañarían a Nuestra Sagrada Titular en su desfile procesional.
Todo estaba listo, enseres, tronos, penitentes, horquilleros, protocolo, promesas, bandas… el día y la hora marcada habían llegado, y pocos minutos antes de iniciar nuestro cortejo procesional la incertidumbre volvió a aparecer. Parecía ser una historia que ya nos conocíamos y que se iba a repetir; sobre Vélez comenzaban a caer gotas de agua que hacían titubear a las Cofradías hermanas del Viernes Santo que ya se encontraban en estación de penitencia sobre que actitud tomar. Las noticias que llegaban no eran nada halagüeñas, las Cofradías del Cristo del Mar y de la Caridad se refugiaban en los tinglaos de Plaza de la Constitución, y la Cofradía del Cristo de los Vigías aguardaba en Calle Enmedio parada; en Málaga había descargado un fuerte aguacero; y nuestros penitentes aguardaban en la Casa Cervantes y nuestros horquilleros permanecían aferrados a los varales para iniciar la procesión. Finalmente la Cofradía de los Vigías, se refugiaba también en la Plaza de la Constitución a expensas de tomar una decisión.
Eran momentos de incertidumbre, de nerviosismo, y porque no decirlo de temor al quedarnos un año mas con la miel en los labios de procesionar a nuestra Virgen de las Angustias. Momentos de consultas, de confusiones, de dudas, de móviles, de llamadas a un lado y a otro…momentos de espera.
SALIMOS:
En torno a las doce menos cuarto de la noche, la duda quedo despejada por nuestro Hermano Mayor; con serenidad y templaza comunicaba que la Cofradía iba a salir a la calle; nos pedía ante todo tranquilidad ya que en las previsiones nos podían caer unas cuantas gotas, no muchas, y que lo poco que quedaba eran restos de la borrasca que había pasado. Eso sí, el recorrido se vería acortado por Félix Lomas, sin realizar Calle Salvador Rueda, San Juan de Dios o Calle Enmedio. Y el paso sería más rápido de lo normal para no tentar demasiado a la suerte.
Y así fue, cuando el reloj marcaba las doce de la noche, y ante las tenues gotas que caían, Nuestra Señora de las Angustias cruzaba el dintel de la Parroquia San Juan; frente a ella las tropas legionarias recibiéndola con la marcha real y el pueblo de Vélez-Málaga, que casi tres horas y medias después de su salida prevista, aguardaba allí a su salida para acompañarla por las calles veleñas. A los sones de “Consuelo Gitano” y “Al compás del Amor”, interpretados por la Agrupación Musical Jesús Despojado, se iniciaba la maniobra de subir escalerilla de San Juan y Plaza de la Constitución.
No era un Viernes Santo normal solo nuestra Cofradía y la de la Soledad que iba a trasladarse hasta la Iglesia de Las Claras iban a estar en las calles; como si de un Viernes Santo cualquiera se tratara, las calles estaban repletas de gente pese al retraso dado y la duda si habría o no procesiones. Pues todos se quedaron, no se marcharon, ¿por qué? Querían Verla pasar como lo hacía siempre, con la misma finura, con la misma mecida y para acompañar, los mismos oles le adornaban su camino.
La noche deparó momento insólitos y memorables como el giro de calle Coroná hacia Félix Lomas o la cantidad de aplausos, más de lo habitual, que nuestra Virgen recibía por todas y cada una de las calles por donde pasaba. Cuando el trono de Nuestra Señora, llego a la Tribuna de los Pobre, fue agasajada por el calor del pueblo y por saetas que cantaban a su paso. Otro momento emotivo, fue cuando la Legión Española, la escoltó desde la Plaza Reyes Católicos hasta el Paseo Nuevo, y las Damas y Caballeros Legionarios iban tras el paso de nuestra Madre interpretando su más que conocido “Novio de la muerte”.
LA ESPERARON:
Tras poco más de dos horas, el cortejo regresaba a San Juan, los nervios ya habían desaparecido, nos encontrábamos en las inmediaciones de nuestra Parroquia, la intrépida lluvia se había solventado sin problema alguno y sin sufrir desperfectos en nuestro patrimonio, a los sones de “Salud de San Jerónimo”, y ahora si, con un cadencioso paso, se iniciaba la subida de calle Sevilla, luego un silencio atronador hasta que fue roto por un clarín para con la interpretación del “Novio de la muerte” realizar la maniobra de regreso al templo. Después el toque de oración, daría paso a la interpretación de La Saeta y el Himno Nacional con el que Nuestra Señora fue elevada a los cielos, ese mismo cielo que quiso retrasar su salida en esta noche, un nuevo Himno Nacional, y el trono se introdujo en el templo. Todo se había consumado, solo aguardaba la maniobra de colocar el trono en el lugar de costumbre, todo en silencio, solamente roto por una campana, tres toque de la misma para que el trono descansara en el suelo y una fuerte ovación. Eso sí, antes de despedirnos había que dar gracias, gracias con un Padre Nuestro, gracias con un Ave María, y gracias con un fuerte ¡¡¡VIVA LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS!!!.
Eran momentos de abrazos, de lágrimas, de congratulaciones, de despedidas hasta un nuevo Viernes Santo, todo quedaba consumado, aunque con sabor agridulce habíamos podido disfrutar de nuestra Madre de las Angustias por las calles; ahora el camino continuaba, un largo y duro camino que nos conducirá hasta el 21 de Marzo de 2.008, un nuevo Viernes Santo, en el que si Dios y Ella quiere volveremos a estar en las calles de Vélez.
Juan A. Iranzo Bermúdez
Mi Virgen le roba el protagonismo a la lluvia:
Si hay algo que los cofrades no quieren ver es la lluvia, y por segundo año consecutivo, las previsiones meteorológicas, optimistas al comienzo de la Semana de Pasión, llenaron de incertidumbre el Viernes Santo. Con el sol ya escondido en un cielo sin claros, hacía su salida desde la iglesia de San Juan el Cristo del Mar. Negros nubarrones hacían temer lo peor. En el interior del templo, los horquilleros de Nuestra Señora de las Angustias mezclaban la ilusión por la salida con los tradicionales nervios que acompañan el comienzo de la procesión. Pronto se descubrió que el elemento al que nadie había invitado esa noche quería de nuevo su cuota de protagonismo. La lluvia fastidia por igual al conjunto de los cofrades: penitentes, mantillas, responsables de las cofradías, miembros de las bandas musicales…
El agua caída del cielo acaba con el desfile, y por tanto, impide el sufrimiento físico de los que portan a la Virgen, pero ese balsámico efecto no sirve de nada ante la congoja y la tristeza que se aloja en el corazón de los hermanos, que no pueden sufrir por su Virgen y compartir con ella una pequeña parte del inmenso dolor que soporta por la muerte de su hijo, eso sí, un dolor que sobrelleva con una dulzura en su cara, con una expresión de amor, en definitiva, con un sentimiento de madre que tienen cautivos a Vélez-Málaga.
Por esta razón, las gotas que caían, finas lágrimas impulsadas por una brisa que venía cargada de humedad, eran agujas que se clavaban en el alma de los horquilleros. Tocaba esperar y en este punto de la noche entró en juego el valor de la Junta de Gobierno de la Cofradía. El reloj, siempre caprichoso, decía que hasta las doce de la noche era Viernes Santo y había que tener en cuenta eso. El Hermano Mayor lo sabía, y en compañía de su junta, y haciendo siempre caso de los informes meteorológicos, adoptó la decisión más valiente de la Semana Santa: salir a la calle. La noticia fue un paraguas que secó de lágrimas el maltrecho corazón de los horquilleros. Ellos respondieron, porque seguían junto a su Virgen. También los hicieron los penitentes y todo el conjunto del cortejo procesional. Ahora quedaba ver la respuesta del pueblo, porque no es nada fácil sacar a la calle un desfile con varias horas de retraso.
Nuestra Cofradía está inmersa en el proyecto más importante de su historia, la coronación canónica de su titular. Si el Obispado quiere una prueba del fervor que el pueblo le tiene a esta Virgen, sólo resta mandar a la institución eclesiástica las crónicas, las imágenes y los vídeos del recibimiento que Vélez-Málaga le dio a la Señora del Viernes Santo. Calles abarrotadas y un respetuoso silencio que se impuso al paso de una imagen que deja sin aliento a quienes la observaban.
Después del mal trago de 2006, poder procesionar a su titular era un alivio para estos hombres, que sin embargo, eran conscientes de que tendrían que hacer un recorrido diferente ante la amenaza constante de la lluvia. Quizás, esto afectó al tradicional paso corto que acostumbra a llevar el trono en la primera parte del recorrido.
No obstante, los horquilleros sabían que tendrían la oportunidad de resarcirse, y ésta llegó en un maravilloso encierro. Miles de personas que esperaban la llegada de la Virgen y su divino Hijo le ofrecieron lo mejor de cada uno: su silencio, un silencio que quedará para siempre grabado en la memoria de la Cofradía, sin lugar a dudas, una de las mayores muestras de respeto y admiración que nos ha dejado esta Semana Santa. Ocurrió mientras se mezclaban las últimas notas de la marcha “Salud de San Jerónimo”, interpretada por la Agrupación Musical de Nuestro Padre Jesús Despojado, con los sones legionarios del “Novio de la Muerte”. Parecía que sólo estaban las bandas, los horquilleros y su Virgen, que era mecida y mecida, en un intento por acompasar su dolor. Pero no estaban solos, allí había miles de personas y muchas de ellas tenían su mirada clavada en la cara de Nuestra Venerada Imagen. Seguro que incluso la escucharon llorar, la vieron coger la mano de su hijo y estrechar su cuerpo muerto contra el suyo.
Al final, todo era posible porque en esa noche “mi Virgen” le robó el protagonismo a la lluvia.
Enrique Hidalgo Martín